
John Silas Reed nació el 22 de octubre 1887 en Portland, en el estado norteamericano de Oregón, en la costa del Pacífico.
Su familia pertenecía a la alta burguesía pero en ella todavía sobrevivía el espíritu emprendedor y democrático de la América del siglo XVIII y mitad del XIX. Su padre fue todo un personaje. Hombre culto e inteligente, se dedicó (cuando John era muy joven) a una lucha sin cuartel contra la corrupción y el caciquismo en el Estado. De su mano Reed supo lo que representaba la minoría dominante, el poder de los monopolios, las maniobras de los aparatos políticos, y el servilismo de la justicia y la prensa. Su madre era, por el contrario, conservadora y durante toda su vida intentó frenar la evolución moral y política de su hijo.
Niño tímido y mimado, estudió primeramente en Morristown, un colegio de élite y más tarde en la Universidad de Harvard, donde jamás aprendió las reglas del juego. Era un estudiante que quería ser diferente y lo fue. Desde antes de llegar a Harvard sintió repulsión por los métodos de la enseñanza tradicional, y se rebeló contra las normas de la casa hasta que conoció a Charles Towsend Coppeland, alias Gopey, un profesor nada convencional y con él vivió una rica experiencia de comunicación, debates y aprendizaje.
Aunque fue un notable deportista -jugó en el equipo de rugby-, Reed destacó sobre todo como animador de las revistas que se publicaron en la Universidad, causando más de un dolor de cabeza a los rectores con su periódico satírico El Burlón, en el que mostraba un estilo ingenioso y brillante, por lo que recibió numerosas proposiciones para escribir en grandes diarios y revistas ilustradas. En aquella época empezó a escribir un buen número de poemas, y narraciones que rara vez quedaron terminadas. Poseedor de talento, todo hacía creer que estaba destinado a ser gran poeta y cuentista mundial. Su pujante e irrefrenable temperamento, sin embargo, lo llevó a experimentar directamente la vida. Se empapó vehementemente el espíritu radical que atravesó la vida universitaria, conociendo ampliamente los ideales liberales, anarquistas y socialistas que proliferaban entre los estudiantes.
Una vez licenciado en Harvard, con título universitario, en 1910, emprendió un largo viaje por Europa pasando por Inglaterra, Francia -donde frecuentó los medios artísticos- y España.
En 1912, tras su vuelta de Europa, se trasladó a Nueva York, instalándose en Greenwich Village, donde frecuenta y se convierte en uno de los protagonistas del ambiente bohemio y progresista.
Allí se incorporó al personal editor de la revista The Masses, el principal órgano de expresión de los intelectuales progresistas norteamericanos. El propósito confeso de The Masses era social: atacar eternamente viejos sistemas, viejas morales, viejos prejuicios toda la carga de ideas desgastadas que los difuntos nos han impuesto e instaurar muchos nuevos a cambio.
También ayudó a organizar la agrupación sindicalista International Workers of the World (IWW) y Reed rápidamente se volvió un heroe entre intelectuales radicales en los Estados Unidos.
En 1911, como corresponsal de guerra del Metropolitan Magazine, llegó a México donde sus entrevistas y reportajes sobre la Revolución tuvieron un gran éxito. John Reed acompañó a Pancho Villa en sus ataques por el norte de México, convivió con los soldados y conoció a Venustiano Carranza, presidente de este país. Todas sus impresiones sobre la Revolución Mexicana las recogió en un libro titulado "Mexico insurgente". También escribió sobre las huelgas de los mineros de Colorado (Estados Unidos) en 1914.
Enviado a Europa como corresponsal sobre la I Guerra Mundial, Reed viaja a Rusia en 1917 donde presencia la Revolución de Octubre y reune el material que luego convertiría en su obra maestra, el libro Ten days that shook the world (Diez días que estremecieron al mundo, 1919). A su regreso a Estados Unidos, Reed, junto con otros miembros, es expulsado del Partido Socialista por sus ideas radicales y participa en la fundación del Communist Labor Party.
Cuando el gobierno ordena sus captura por ser comunista, Reed escapa a Rusia en 1919, donde busca el reconocimiento oficial de su partido por la Komintern, y participa en el famoso Congreso de los Pueblos de Oriente en Bakú.
En 1920 fallece de tifus en Rusia y es enterrado junto al Kremlin en la Plaza Roja de Moscú como heroe de la Revolución.
La imagen de Reed, un personaje de la cultura y la política norteamericana identificado con la revolución rusa, ha sido una espina clavada en el corazón del imperialismo norteamericano. Fue uno de los grandes comunistas de su tiempo, una de las cumbres del periodismo revolucionario, y como tal, su nombre puede inscribirse entre aquellos que lucharon por el comunismo con toda su gigantesca alma, hasta el final de sus días.
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