miércoles, octubre 31

Patrice Lumumba


Patrice Lumumba nació en Katako-Kombé (Kasai) en 1925. Procedente de una de las regiones más pobres del centro del Congo belga, se instaló en 1947 en la capital de la colonia, Léopoldville (la actual Kinshasa). Su educación fue autodidacta, tras haber sido expulsado de varias escuelas misioneras. Pronto se hizo notar en los movimientos asociativos indígenas por su militancia en favor de ideales marxistas, antiimperialistas y pacifistas.

En 1955, siendo trabajador de Correos, Lumumba comienza a organizar un sindicato de trabajadores y es detenido y encarcelado por los colonialistas belgas. Tras su salida de la cárcel dos años más tarde, entra en contacto con el movimiento independentista.

Partidario de crear un Estado socialista independiente y laico, en 1958 consigue agrupar a la mayoría de las fuerzas progresistas en un partido panafricanista semilegal: el Movimiento Nacional Congoleño (MNC), primer partido político de ámbito nacional, convirtiéndose rápidamente en el principal dirigente independentista del pais.

El MNC se dedicó a superar las diferencias tribales y regionales y crear una organización independiente y unificada, frente a las ambiciones imperialistas de repartírselo en áreas de influencia y crear varios estados independientes.

En diciembre de aquel año, el dirigente panafricanista de Ghana, Kwame Nkrumah, celebró en la ciudad de Accra la Conferencia de los Pueblos de África y el movimiento de liberación congoleño estuvo representado por Lumumba. Al regresar a su país, habló ante una ingente multitud en Leopoldville (hoy Kinshasa) y, en un discurso explosivo, exigió la independencia del Congo. Acto seguido se produjeron disturbios en la ciudad. Lumumba escapó, pero fue detenido más tarde por la policía colonial y considerado responsable de los desórdenes. El gobierno colonial belga condenó a Lumumba y muchos de sus partidarios por sedición y fueron encarcelados. Pero Lumumba, gracias a la movilización popular, fue liberado en 1960.

Entonces viajó a Bélgica para negociar la declaración de independencia. La metrópoli convoca elecciones, que erróneamente el MNC quiso aprovechar para apoderarse del aparato colonial, las fuerzas armadas y la policía desde dentro y, una vez en el poder, acabar con la dominación belga paso a paso. El MNC esperaba que los recursos naturales enriquecieran al pueblo y que el Congo alcanzara igualdad con los demás países. Confiaba llevar a cabo una transición pacífica desde el poder colonial y no organizó unas fuerzas armadas propias para combatir a los ejércitos imperialistas. A comienzos de 1960 Lumumba dijo: “En el pasado, se cometieron errores, pero ahora estamos listos a cooperar con las potencias que han estado aquí para crear un poderoso nuevo bloque. Si fracasamos, Occidente tendrá la culpa”.

En la campaña electoral Lumumba se declara comunista y esta postura le vale el apoyó de las clases trabajadoras para obtener la victoria en las urnas en mayo de 1960. El 23 de junio se forma un gobierno de coalición con el traidor Joseph Kasavubu como Presidente y Lumumba como Primer Ministro, que proclamaría la independencia días después, el 1 de julio.

Era un equilibrio inestable entre los verdaderos independentistas, encabezados por Lumumba, partidarios de la unidad, y los neocolonialistas de Kasabuvu, dirigente de la ABAKO (Asociación del Bajo Congo). El plan de Kasabuvu no era mantener la unidad del país, por lo que junto con Moisés Tshombé (a quien Bélgica apoyaba), en la provincia de Katanga (hoy Shaba), pretendió convertir el nuevo Estado en una federación descentralizada en la que prevaleciesen los intereses locales. Pero Lumumba estaba resuelto a forjar un gobierno central fuerte.

El rey belga, Balduino I, fue a Leopoldville (hoy Kinshasa) a proclamar la independencia personalmente. Esperaba que sus colonos y sus secuaces locales le garantizaran un gobierno dócil a sus voraces intereses imperialistas. Pero Lumumba, el nuevo primer ministro, agarró el micrófono y le habló al pueblo congoleño sobre la terrible vida colonial y las nuevas esperanzas para el futuro y le dijo al monarca pelele: "Ya no somos sus monos". El discurso escandalizó al nuevo gobierno de coalición y dejó horrorizado al rey.

A pesar de la declaración formal de independencia, los militares belgas todavía controlaban el ejército y la policía; los grandes monopolios todavía controlaban los recursos naturales y la burocracia del Estado. Manejaban los hilos de la política interna del Congo, a través de peones como el presidente Kasavubu y el general Mobutu, hombre de los servicios secretos belgas desde su época de estudiante, y luego agente de la CIA norteamericana.

Inmediatamente después de proclamar la independencia, los imperialistas iniciaron una campaña de desestabilización. La CIA, el servicio de inteligencia belga y otras potencias trabajaban día y noche para mantener en el poder a los congoleños leales al imperialismo. Con la excusa de proteger a la población belga, Bélgica envía tropas a Katanga, intentando sostener al gobierno secesionista de Tshombé por la fuerza de sus armas.

Ante esta situación, el gobierno de Kinshasa recurrió primero a las Naciones Unidas para expulsar a los belgas y ayudar a restaurar el orden. Las tropas belgas se negaron a evacuar el país, y continuaron apoyando la secesión de Katanga. La ONU envió tropas pero éstas no sólo se negaron a intervenir en apoyo del gobierno central sino que intensificaron la desestabilización del nuevo gobierno y, finalmente, propiciaron el acoso y derribo de Lumumba.

Entonces Lumumba solicitó ayuda a la Unión Soviética y en septiembre de 1960 empezaron a llegar al Congo asesores y agentes militares soviéticos. En agosto, reunió a los principales líderes africanos en Kinshasa, y les pidió que unieran sus fuerzas al gobierno del Congo.

Las potencias imperialistas reaccionaron presionando al Presidente Joseph Kasavubu para que acabara con Lumumba, cosa que hizo el 5 de septiembre de 1960, destituyéndole del gobierno ilegalmente y reemplazádolo por Joseph Ileo. Pero Lumumba se negó a abandonar el cargo de Primer Ministro y destituyó a su vez a Kasavubu.

En agosto el presidente yanquee Eisenhower dio la orden de matar a Lumumba. Allen Dulles, que estaba al frente de la CIA, envió un telegrama a su delegado en el Congo sugiriéndole que reemplazara al gobierno congoleño tan pronto como le fuera posible. El jefe de la delegación en el Congo, Lawrence Davlin, recibió órdenes de mantener en secreto el asesinato.

El 14 de septiembre, nueve días después de la destitución de Lumumba, el coronel Joseph Mobutu Sese Seko, jefe del ejército, se hace con el control político en la capital, desata una ola de represión contra las organizaciones políticas y expulsa a los técnicos soviéticos. Auténtico hombre fuerte del gobierno congoleño, antes de dos meses Mobutu había devuelto el poder a Kasavubu y se autodesignó comandante en jefe de las fuerzas armadas. Pero Lumumba seguía vivo y, con él, la esperanza para el pueblo congoleño.

El 10 de octubre, el ejército y las tropas de la ONU le detienen, pero Lumumba logra escapar el 17 de noviembre y huir en avión hacia su principal base de apoyo en Kisangani (entonces llamada Stanleyville) en donde contaba con mayores apoyos.

Lumumba fue detenido de nuevo el 2 de diciembre por el ejército.

Al final lo llevaron a Katanga. Allí, en un descampado en medio de la oscura sabana iluminado por las luces de los coches de la policía, el oficial belga Julien Gat cogió del brazo a Lumumba y lo llevó hacia un enorme árbol. El dirigente africano apenas podía caminar a causa de las torturas. Un escuadrón de ejecución formado por cuatro hombres y provisto de fusiles FAL belgas y revólveres Vigneron esperan, mientras que 20 soldados, policías, oficiales belgas y ministros katangueses observaban en silencio. El capitán belga dio la orden de disparar y una lluvia de balas acribillaron a Lumumba y a dos de sus ex-ministros, Maurice Mpolo y Joseph Okito.

Hoy, cuando el reto de la revolución y la liberación nacional se le plantea a tantos pueblos y movimientos, la historia de Patrice Lumumba nos proporciona una clara lección sobre la crueldad del imperialismo y el neocolonialismo. Los soviéticos abrieron en Moscú una universidad en su memoria para que allí pudieran estudiar los pueblos del Tercer Mundo. Y es que, para la posteridad, Lumumba ha quedado como mártir del nacionalismo africano y de sus aspiraciones de paz y justicia social, inspirando la resistencia de un movimiento lumumbista en su propio país.

miércoles, octubre 24

John Reed


John Silas Reed nació el 22 de octubre 1887 en Portland, en el estado norteamericano de Oregón, en la costa del Pacífico.

Su familia pertenecía a la alta burguesía pero en ella todavía sobrevivía el espíritu emprendedor y democrático de la América del siglo XVIII y mitad del XIX. Su padre fue todo un personaje. Hombre culto e inteligente, se dedicó (cuando John era muy joven) a una lucha sin cuartel contra la corrupción y el caciquismo en el Estado. De su mano Reed supo lo que representaba la minoría dominante, el poder de los monopolios, las maniobras de los aparatos políticos, y el servilismo de la justicia y la prensa. Su madre era, por el contrario, conservadora y durante toda su vida intentó frenar la evolución moral y política de su hijo.

Niño tímido y mimado, estudió primeramente en Morristown, un colegio de élite y más tarde en la Universidad de Harvard, donde jamás aprendió las reglas del juego. Era un estudiante que quería ser diferente y lo fue. Desde antes de llegar a Harvard sintió repulsión por los métodos de la enseñanza tradicional, y se rebeló contra las normas de la casa hasta que conoció a Charles Towsend Coppeland, alias Gopey, un profesor nada convencional y con él vivió una rica experiencia de comunicación, debates y aprendizaje.

Aunque fue un notable deportista -jugó en el equipo de rugby-, Reed destacó sobre todo como animador de las revistas que se publicaron en la Universidad, causando más de un dolor de cabeza a los rectores con su periódico satírico El Burlón, en el que mostraba un estilo ingenioso y brillante, por lo que recibió numerosas proposiciones para escribir en grandes diarios y revistas ilustradas. En aquella época empezó a escribir un buen número de poemas, y narraciones que rara vez quedaron terminadas. Poseedor de talento, todo hacía creer que estaba destinado a ser gran poeta y cuentista mundial. Su pujante e irrefrenable temperamento, sin embargo, lo llevó a experimentar directamente la vida. Se empapó vehementemente el espíritu radical que atravesó la vida universitaria, conociendo ampliamente los ideales liberales, anarquistas y socialistas que proliferaban entre los estudiantes.

Una vez licenciado en Harvard, con título universitario, en 1910, emprendió un largo viaje por Europa pasando por Inglaterra, Francia -donde frecuentó los medios artísticos- y España.

En 1912, tras su vuelta de Europa, se trasladó a Nueva York, instalándose en Greenwich Village, donde frecuenta y se convierte en uno de los protagonistas del ambiente bohemio y progresista.

Allí se incorporó al personal editor de la revista The Masses, el principal órgano de expresión de los intelectuales progresistas norteamericanos. El propósito confeso de The Masses era social: atacar eternamente viejos sistemas, viejas morales, viejos prejuicios toda la carga de ideas desgastadas que los difuntos nos han impuesto e instaurar muchos nuevos a cambio.

También ayudó a organizar la agrupación sindicalista International Workers of the World (IWW) y Reed rápidamente se volvió un heroe entre intelectuales radicales en los Estados Unidos.

En 1911, como corresponsal de guerra del Metropolitan Magazine, llegó a México donde sus entrevistas y reportajes sobre la Revolución tuvieron un gran éxito. John Reed acompañó a Pancho Villa en sus ataques por el norte de México, convivió con los soldados y conoció a Venustiano Carranza, presidente de este país. Todas sus impresiones sobre la Revolución Mexicana las recogió en un libro titulado "Mexico insurgente". También escribió sobre las huelgas de los mineros de Colorado (Estados Unidos) en 1914.

Enviado a Europa como corresponsal sobre la I Guerra Mundial, Reed viaja a Rusia en 1917 donde presencia la Revolución de Octubre y reune el material que luego convertiría en su obra maestra, el libro Ten days that shook the world (Diez días que estremecieron al mundo, 1919). A su regreso a Estados Unidos, Reed, junto con otros miembros, es expulsado del Partido Socialista por sus ideas radicales y participa en la fundación del Communist Labor Party.

Cuando el gobierno ordena sus captura por ser comunista, Reed escapa a Rusia en 1919, donde busca el reconocimiento oficial de su partido por la Komintern, y participa en el famoso Congreso de los Pueblos de Oriente en Bakú.

En 1920 fallece de tifus en Rusia y es enterrado junto al Kremlin en la Plaza Roja de Moscú como heroe de la Revolución.

La imagen de Reed, un personaje de la cultura y la política norteamericana identificado con la revolución rusa, ha sido una espina clavada en el corazón del imperialismo norteamericano. Fue uno de los grandes comunistas de su tiempo, una de las cumbres del periodismo revolucionario, y como tal, su nombre puede inscribirse entre aquellos que lucharon por el comunismo con toda su gigantesca alma, hasta el final de sus días.

domingo, octubre 21

Friedrich Engels


Friedrich Engels nació en Barmen (Alemania) en 1820 en el seno de una familia acomodada, conservadora, religiosa y propietaria de fábricas textiles. Desde joven estuvo influido por los trabajos del poeta radical Heinrich Heine y del filósofo Georg Wilhelm Friedrich Hegel y en 1839 empezó a escribir artículos literarios y filosóficos para distintas revistas y publicaciones.

Estudió en la Universidad de Berlín (1841-42) en la que se interesó por los movimientos revolucionarios de la época: se relacionó con los hegelianos de izquierda y con el movimiento de la Joven Alemania.

Enviado a Inglaterra al frente de los negocios familiares, desde 1842 hasta 1844 trabajó en la empresa de tejidos que su familia tenía en Manchester y en esta ciudad inglesa entró en contacto con el cartismo, movimiento que defendía la ampliación del sufragio a los trabajadores. Colaboró en la revista Northern Star, entre otras, y realizó estudios de economía política. Su experiencia y sus estudios le llevaron a la convicción de que la historia sólo podía explicarse a partir del desarrollo económico de la sociedad, afianzándose su teoría de que los males sociales de su tiempo eran el resultado inevitable de la aparición de la propiedad privada, y de que aquéllos sólo podrían eliminarse mediante la lucha de clases, que culminaría con la instauración de una sociedad comunista. Estas conclusiones fueron expuestas en un estudio histórico, La situación de la clase obrera en Inglaterra (1844), ensayo que le proporcionó fama de economista político revolucionario. Por los mismos años publicó en la revista los Anales franco-alemanes, de los que Karl Marx era coeditor, un texto titulado Elementos de una crítica de la Economía Política.

En septiembre de 1844 Engels visitó a Marx en París, quien había publicado una serie de escritos que simpatizaban con el comunismo. Los dos descubrieron que habían llegado, por caminos separados, a las mismas conclusiones, por lo que decidieron trabajar de forma conjunta. Esta colaboración se prolongó hasta la muerte de Marx en 1883, y se realizó en dos sentidos: por un lado, llevaron a cabo la exposición sistemática de los principios del comunismo; por otro, organizaron un movimiento comunista internacional. Otros aspectos de menor relevancia relativos a su colaboración incluyen los artículos periodísticos para el New York Tribune y otras publicaciones.

Al elaborar los principios comunistas, Marx y Engels partieron de la filosofía para después adentrarse en otros campos de estudio. En concreto, Marx se centró en el pensamiento político, en la economía política y en la historia política; los intereses de Engels se dirigieron a las ciencias físicas, las matemáticas, la antropología, las ciencias militares y la lingüística.

En 1845, en Bruselas -lugar de refugio de muchos izquierdistas europeos-, Engels participó activamente con Marx en la Liga de los Justos, convertida pronto en la Liga de los Comunistas. Marx y Engels se encargaron de redactar un breve panfleto con los principios políticos del nuevo movimiento y que describe el capitalismo con una claridad que sus seguidores consideran no superada. Publicado finalmente con el título de Manifiesto del partido comunista (o Manifiesto comunista) llegó a tiempo de traducirse y difundirse por Europa meses antes del inicio de la revolución alemana de 1848. Marx y Engels volvieron a Alemania a participar en la lucha, y Engels fue ayudante de campo de August Willich durante la rebelión de Baden-Palatinado. Como consecuencia del fracaso de la revolución, Marx y Engels tuvieron que exiliarse a Londres en 1850.

En Londres Engels participóen la Nueva Gaceta Renana, editada por Marx y publicada en Hamburgo. También dio a la imprenta la primera edición de Las guerras campesinas en Alemania. Engels volvió a Manchester, a la fábrica en la que había trabajado y de la se que convirtió en copropietario. Aunque Marx permaneció en Londres eso no les impidió mantener una estrecha colaboración, basada en una correspondencia casi diaria.

Finalmente Engels se trasladó a Londres en 1870 y, tras convertirse en miembro del Consejo General de la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT o I Internacional) comenzó a sustituir a Marx en la dirección de dicho Consejo. Tras la ruptura entre marxistas y anarquistas en el seno de la AIT en 1872 (que condujo a su disolución cuatro años más tarde), Engels siguió en contacto con grupos revolucionarios de todo el mundo. No participó directamente en la creación de la II Internacional en 1889, pero sí tuvo una considerable influencia en el diseño de sus programas y políticas.

Engels publicó y preparó durante estos años algunas de sus obras más notables, como La revolución de la ciencia de E. Dühring (más conocida como Anti-Dühring), Del socialismo utópico al socialismo científico o El origen de la familia, la propiedad privada y el estado. En esos años Engels aparecía como un miembro más de la familia en casa de Marx, cuyas hijas le llamaban “El General”.

Tras la muerte de Marx en 1883, Engels se convirtió en el líder del socialismo mundial, salvaguardando lo esencial de la ideología marxista, a la que él mismo había aportado matices relativos a la desaparición futura del Estado, a la dialéctica y a las complejas relaciones entre la infraestructura económica y las superestructuras políticas, jurídicas y culturales.

Finalmente, por causas naturales, falleció en 1895 en Londres.


Aunque corresponde a Marx la primacía en el liderazgo comunista, Engels ejerció una gran influencia sobre él: le acercó al conocimiento del movimiento obrero inglés y atrajo su atención hacia la crítica de la teoría económica clásica. Fue también él quien, gracias a la desahogada situación económica de la que disfrutaba como empresario, aportó a Marx la ayuda económica necesaria para mantenerse y escribir El Capital; e incluso publicó los dos últimos tomos de la obra después de la muerte de su amigo.

martes, octubre 16

Hugo Chávez


Hugo Rafael Chávez Frías nació en Sabaneta (Venezuela) el 28 de julio de 1954. Tercero de siete hijos de Hugo de los Reyes Chávez y Elena Frías, de oficio maestros de escuela, a corta edad, sus padres lo trasladaron a casa de su abuela paterna, Rosa Inés Chávez, para que ésta se ocupara de su crianza.

Desde joven, Hugo Chávez ha sido aficionado al béisbol y es autor de cuentos y obras de teatro, aunque sus inclinaciones lo llevaron a la política y al ejército.

Realizó los estudios primarios y secundarios en Sabaneta y los superiores en la Academia Militar de Venezuela, donde obtuvo el grado de subteniente en 1975. También es licenciado en Ciencias y Artes Militares, rama Ingeniería, mención Terrestre. En las Fuerzas Armadas Nacionales ocupó diversos cargos de comandante.

En 1982 Hugo Chávez fundó el Movimiento Bolivariano Revolucionario (MBR-2000) de ideología bolivariana -concepto ideado por él-.. Fue comandante de la operación militar Ezequiel Zamora, que protagonizó la rebelión del 4 de febrero de 1992. Prisionero militar por rebelión en la cárcel de Yare (1992-1994), motivo por el que dejó inconclusos sus estudios de Ciencias Políticas en la Universidad Simón Bolívar de Caracas; tras ser liberado fundó el Movimiento V República, al frente del cual presentó su candidatura a las elecciones presidenciales del 6 de diciembre de 1998.

Elegido presidente constitucional de la República, Hugo Chávez impulsó la elección de una Asamblea Constituyente encargada de redactar un nuevo texto constitucional, que más tarde sería aprobado en referéndum. Chávez basó su política en la denuncia de la desigualdad social venezolana y la corrupción del Estado y de los principales partidos políticos. En julio de 2000 Chávez fue reelecto presidente de Venezuela por amplia diferencia sobre sus adversarios.

Dos años más tarde, el 11 de abril de 2002, fue objeto de una fallida asonada golpista burgués-militar. Prisionero por dos días en la Isla de la Orchila, Hugo Chávez fue repuesto en sus funciones gracias a la acción de fracciones del Ejército Nacional y de sus partidarios.

La oposición organizó nuevas manifestaciones que desembocaron en una huelga general entre diciembre de 2002 y febrero de 2003. Los conflictos con la oposición no cesaron y en agosto de 2004 debió hacer frente a un referendo revocatorio de su mandato presidencial, del que salió fortalecido al conseguir el 59 % de los votos. Asimismo, dos meses más tarde, el partido de Chávez logró un triunfo rotundo en las elecciones regionales y locales de Venezuela.

Actualmente el presidente Chávez, con el reconocimiento y el afecto de las clases populares, enrumba a Venezuela hacia una serie de reformas incluidas en su proyecto independiente y democrático que busca cinco equilibrios: el político, el económico, el social, el territorial y el Internacional.

Subcomandante Marcos


El Subcomandante Marcos es uno de los personajes más singulares de la escena internacional de nuestro tiempo. Su rostro cubierto por un pasamontañas ha recorrido al mundo como símbolo de resistencia, una versión contemporánea de la estela del "Che" Guevara.

Carente de biografía y de rostro (a menos que se acepte la identidad, con nombre, foto y antecedentes, difundida por el Gobierno mexicano en febrero de 1995) se considera como tal al conjunto de sus actuaciones y declaraciones desde el 1 de enero de 1994, fecha en que se dio a conocer simplemente con el nombre de Subcomandante Marcos en la Selva Lacandona del estado mexicano de Chiapas al frente del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

El 1 de enero de 2006 Marcos (con el cargo de Subdelegado Zero) empezó una gira en los 32 estados mexicanos para promover "La Otra Campaña" y la Sexta Declaración de la Sexta Lacandona entre la gente humilde y los luchadores sociales, que establece como sus objetivos la creación de un plan de lucha por parte de todos los grupos e individuos que se autodefinen como de izquierda y anti-capitalistas. Sexta Declaración

Durante esta gira ha procurado distanciarse de los 3 partidos políticos mas importantes de México y sus candidatos a la presidencia, dejando claro que su proyecto de construcción de un nuevo país no pasa por el apoyo a tal o cual candidato sino por la lucha propia. "El proceso electoral ya empezó y alguien les va a venir a decir que si lo apoyan les va a resolver todo. Nosotros les venimos a decir que no les vamos a resolver absolutamente nada ni les venimos a traer soluciones, sino problemas, y la invitación de que nos juntemos con los compañeros que se están alzando en otras partes del país para construir el nuevo México" La Jornada

Ha declarado que Andres Manuel López Obrador es un espejo del ex-presidente Carlos Salinas de Gortari y que, su doble discurso para con el pueblo carece de fundamentos La (imposible) ¿geometría? del Poder en México. Marcos se ha expresado también recientemente acerca del PRI y Roberto Madrazo, a quien califica de "ladrón vergonzante y criminal". Sobreel presidente Fox dijo recientemente que este ha "entregado a los empresarios todo el dinero que se juntó de ayuda [para victimas del huracán Stan], mientras la gente humilde todavía está esperando". "Ningún candidato cambiará la situación de explotación"

¿Cuál es la identidad del Subcomandante Marcos?

El 9 de febrero de 1995 el gobierno mexicano declaró publicamente que ya sabían la identidad del enmascarado, identificándolo como Rafael Sebastián Guillén Vicente, ex-maestro universitario de la Ciudad de México.

Guillén nació en México, hijo de inmigrantes españoles zamoranos, estudió en un instituto jesuita en Tampico. Después se trasladó al Distrito Federal, donde se graduó en filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) con el trabajo de tesis "Filosofía y educación: prácticas discursivas y prácticas ideológicas en libros de texto de primaria". Después comenzó a trabajar como profesor en la Universidad Autónoma Metropolitana. Después de ello se inicia su actividad revolucionaria.

Marcos siempre ha negado ser Rafael Guillén, la familia de éste dice que siempre ha ignorado su paradero y nunca dirán si Marcos y Rafael son una misma persona. En la Gran Marcha al DF en el 2001, Marcos visitó la UNAM y durante su discurso dejó claro que había estado allí antes.

Como muchas personas de su generación Marcos fue afectado por la Matanza de Tlatelolco en 1968 e ingresó en una organización maoísta, pasando posteriormente al Zapatismo.

Sin embargo, el encuentro con los movimientos Indígenas de Chiapas transformó su ideología acercándole a visiones revolucionarias más posmodernistas. Otras ideas que ha expuesto en sus discursos y acciones están más relacionadas con los ideales marxistas revisionistas del italiano Antonio Gramsci, muy populares en México cuando él estudiaba en la Universidad.

lunes, octubre 15

Víctor Jara


Víctor nace el 28 de Septiembre de 1932 de padres campesinos: Manuel, inquilino. Amanda, cantora.
Su infancia transcurre en Lonquén, localidad cercana a la capital y su juventud en Santiago, en la Población Nogales.

A la muerte de su madre ingresa al Seminario Redentorista de San Bernardo. Permanece allí por poco más de un año.

No posee formación musical académica: Su madre le enseña a tocar guitarra. En el Seminario aprende Canto Gregoriano.

En 1953, a los 21 años, integra el Coro de la Universidad de Chile; participa en el primer montaje de "Carmina Burana" e inicia su trabajo de recopilación e investigación folklórica en terreno.

1956: Ingresa a la Compañía de Mimos de Noisvander.

Entre 1956 y 1962 estudia Actuación y, posteriormente, Dirección en la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile. Participa, como alumno, en diversas producciones de la Compañía del Instituto de Teatro de la misma Universidad, Ituch.

En 1957, se integra al conjunto de Cantos y Danzas Folklóricas "Cuncumén", creado a raíz de unos cursos de temporada dictados por Margot Loyola. Tiene, también, sus primeros contactos con Violeta Parra, quien lo incita a seguir cantando.


En 1959, con 27 años de edad, tiene su primera experiencia en Dirección Teatral: dirige "Parecido a la Felicidad" de Alejandro Siveking. Viaja con la obra por Argentina, Uruguay, Venezuela y Cuba.
Violeta Parra lo incita a seguir cantando

En este mismo año graba para el sello Emi-Odeón, cantando como solista del "Cuncumén", dos villancicos que le fueran entregados por Violeta Parra.

1960: Asiste en la Dirección a Pedro de la Barra en el montaje de "La Viuda de Apablaza" de Germán Luco Cruchaga, para el Ituch. Posteriormente, dirige "La Mandrágora" de Machiavello.
En 1961 y en calidad de Director Artístico del conjunto, viaja con el "Cuncumén" por Holanda, Francia, Unión Soviética, Checoeslovaquia, Polonia, Rumania y Bulgaria.

Compone "Paloma Quiero Contarte", canción que marca el inicio de su trabajo de creación musical y poética.

Es, también, Asistente de Dirección de Agustín Siré en el montaje de "La Madre de los Conejos" de Alejandro Sieveking.

1962: Egresa de la carrera de Dirección Teatral y dirige "Animas de Día Claro" de Alejandro Sieveking para la compañía del Ituch.

Graba "Paloma Quiero Contarte" y "La Canción del Minero", contenidas en el Lp "Folklore Chileno" del grupo "Cuncumén" para el sello Emi-Odeón.

Entre 1963 y 1968 se desempeña como Director de la Academia de Folklore de la Casa de la Cultura de Ñuñoa.

Entre 1963 y 1970 forma parte, también, del equipo estable de Directores del Instituto del Teatro de la Universidad de Chile, Ituch.

En el año 1963 es Asistente de Dirección de Atahualpa del Cioppo en el montaje de "El Círculo de Tiza" de Bertol Brecht, para el Ituch. El mismo año dirige: "Los Invasores" de Egon Wolf, para el Ituch: "Parecido a la Felicidad" de Alejandro Sieveking, para Canal 9 de Televisión de la Universidad de Chile; y "Dúo" de Raúl Ruiz, para la Compañía de Los Cuatro.

Entre 1964 y 1967 ejerce como profesor de Actuación en la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile.

En el 64, vuelve a montar "Animas de Día Claro" de Alejandro Sieveking con el Ituch y la lleva de gira por la Argentina, Uruguay y Paraguay.

En 1965: Compone la música y dirige la obra "La Remolienda" de Alejandro Sieveking, para el Ituch. Dirige el montaje de "La Maña" de Ann Jellicoe, para el Ictus. Recibe el premio "Laurel de Oro" como mejor Director del año por el montaje de las dos obras señaladas y el premio de "La Crítica" del Círculo de Periodistas a "La mejor Dirección del Año", otorgado por el montaje de "La Maña".

Entre 1966 y 1969 es Director Artístico del conjunto Quilapayún. Y entre 1966 y 1970, actúa como solista en "La Peña de los Parra".
En el año 1966: dirige "La Casa Vieja" de Abelardo Estorino, para el Ituch; Asiste en la Dirección a William Oliver en el montaje de la obra "Marat Sade" de Peter Weiss, también para el Ituch; vuelve a montar y dirigir En 1966 grabo si primer LP
"La Remolienda" de Alejandro Sieveking, esta vez, para Canal 9 de Televisión de la Universidad de Chile. 1966 es además el año de la aparición de su primer Lp como solista. Lo edita el sello "Arena" con el título "Víctor Jara".

Al año siguiente, 1967, es el sello Emi-Odeón el que edita el Lp "Víctor Jara" y "Canciones Folklóricas de América", junto a Quilapayún. En el ámbito teatral, monta nuevamente "La Remolienda". Es invitado a Inglaterra, en su calidad de Director Teatral, por el Consejo Británico. Recibe el premio de "La Crítica" por su dirección en la obra "Entretenimiento a Mr. Sloane" y el Disco de Plata del Sello Emi-Odeón.

1969 Dirige el montaje de la obra "Viet-rock" de Megan Terry, para el Ituch; y "Antígonas" de Sófocles para la Compañía de la Escuela de Teatro de la Universidad Católica. Profesor invitado en dicha Escuela de Teatro.

Gana el Primer Premio en el "Primer Festival de la Nueva Canción Chilena" con el tema "Plegaria a un Labrador". Viaja a Helsinki invitado a cantar en un Mitin Mundial de Jóvenes por Vietnam que se realiza en la capital de Finlandia. El sello Dicap edita su Lp "Pongo en tus Manos Abiertas".

1970: Es invitado a la Conversación Internacional de Teatro, en Berlín. Participa en el Primer Congreso de Teatro Latinoamericano de Buenos Aires. Renuncia al Instituto de Teatro de la Universidad de Chile para realizar recitales por todo el país, en el ámbito de la campaña electoral de la Unidad Popular. Emi-Odeón edita un nuevo Lp suyo: "Canto Libre".


Es Embajador Cultural del Gobierno
de la Unidad Popular En el año 1971 trabaja intensamente con el compositor Celso Garrido Lecca en la música para el ballet "Los Siete Estados", de Patricio Bunster, para el Ballet Nacional. Ingresa, junto a Isabel Parra e Inti-Illimani, al
Departamento de Comunicaciones de la Universidad Técnica del Estado. En calidad de Embajador Cultural del Gobierno de la Unidad Popular, realiza una gira de recitales y programas de televisión por México, Costa Rica, Colombia, Venezuela, Perú y Argentina. Es editado, por el sello Dicap, su Lp "El Derecho de Vivir en Paz". Obtiene el premio "Laurel de Oro" como el mejor compositor del año.


En los años 1972 y 1973, compone la música de continuidad para Televisión Nacional de Chile.
Durante 1972: investiga y recopila testimonios en la población "Hermida de La Victoria" los que forman parte de su Lp "La Población" para el sello Dicap. Realiza una gira musical por la Unión Soviética y Cuba. Es invitado al Congreso de Música Latinoamericana organizado por "La Casa de las Américas", en La Habana. Dirige el homenaje a Pablo Neruda, en el Estadio Nacional, al regreso del poeta a Chile, luego de recibir el Premio Nobel.

Es invitado por los campesinos de Ranquil para crear una obra musical acerca del lugar. Se incorpora a los trabajos voluntarios con ocasión de la huelga de los camioneros que busca paralizar al país.

En 1973: participa en la campaña electoral parlamentaria, realizando conciertos en favor de los candidatos de la Unidad Popular. Dirige y participa como cantante en un ciclo de programas de televisión en contra de la Guerra Civil y Fascismo, acogiendo el llamado hecho, en ese sentido, por Pablo Neruda.

Realiza un gira de conciertos en Perú, patrocinado por el Instituto Nacional de Cultura de Lima. Trabaja en la grabación de sus últimas composiciones para 2 Lps que no alcanzaron a ser editados. Graba el Lp "Canto por Travesura", recopilación del folklore picaresco de Chile, que no alcanzó a salir a la venta.

11 de Septiembre de 1973: Víctor se dirige a la Universidad Técnica del Estado, su lugar de trabajo, donde cantaría en la inauguración de una exposición, desde la cual se dirigiría al país el Presidente Allende. Los militares rodean el recinto universitario ingresando a él el día siguiente, tomando detenidos a todos los profesores y alumnos que se encontraban en su interior.

Víctor Jara es llevado al Estadio Chile y torturado.

Muere acribillado el 16 de Septiembre, pocos días antes de cumplir 41 años.

Su cuerpo es encontrado en la morgue como NN.

sábado, octubre 13

Trosky


Liev Davídovich Bronstein nacido en Yákovka (Ucrania) el 7 de noviembre de 1879, en el seno de una familia de judíos rusos. Cursó estudios en Odesa y Mykolayiv, destacándose por sus aptitudes intelectuales. Tuvo sus inicios en la política en el aňo 1896, integrándose en los círculos del populismo de Mykolayiv, aunque no tardó en sumarse al movimiento marxista. Trotsky fue un profundo conocedor de la teoría marxista, a la que aportó innumerables conocimientos y desarrollos como la teoría de la revolución permanente, ya esbozada por Marx en 1848 y asumida por Lenin en los meses de la Revolución Rusa. En 1897 funda la Unión de Obreros del Sur de Rusia. Fue detenido, encarcelado y condenado al exilio.

Escapa de su destierro en Siberia en 1902 y se traslada a Europa adoptando el seudónimo de Trotsky (nombre de un carcelero que le había custodiado). Durante su estancia en el extranjero, se unió a Lenin, L. Mártov, Gueorgui Plejánov y otros miembros del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSDR) que editaban el periódico Iskra (La Chispa). Cuando se celebra el segundo congreso del POSDR, de Londres en 1903, Trotsky se opone a las teorías de Lenin y los bolcheviques y se unie a los mencheviques, grupo moderado del POSDR. Regresa a Rusia para participar en la revolución de 1905, llega a ser presidente del Soviet de San Petersburgo. Encarcelado en diciembre de 1905 y deportado a Siberia nuevamente; en este tiempo, expone sus reflexiones en dos obras, 1905 y Balance y perspectivas.

Escapa una vez mas de Siberia en 1907 y dedica la siguiente década a defender sus ideas implicándose en frecuentes disputas ideológicas. Cuando se produce el inicio de la Revolución Rusa en marzo de 1917 (febrero, según el calendario juliano por el que se rigió Rusia hasta 1918) Trotsky está en Nueva York, colaborando en un periódico ruso. Llegó a Rusia en el mes de mayo y no tarda en asumir la jefatura de la organización socialdemócrata interdistrital uniéndose al Soviet de Petrogrado. Ganó una enorme popularidad por ser el dirigente más elocuente de la izquierda soviética. Ingresó en el partido bolchevique en el mes de julio y fue elegido miembro de su Comité Central.

Fue presidente del Soviet de Petrogrado en el mes de septiembre. Coincide con Lenin en su interés por derrocar al Gobierno Provisional establecido tras la primera fase revolucionaria y luchó por conseguir apoyo para el levantamiento armado de los bolcheviques. Trotsky presidió el Comité Militar Revolucionario bolchevique, desde el cual guió con éxito la Revolución de noviembre (octubre).

Fue comisario (ministro) de Relaciones Exteriores en el gobierno soviético que se constituyó a continuación, y negoció la paz por separado con Alemania en Brest-Litovsk, que supuso el abandono ruso de la I Guerra Mundial. Como comisario de la Guerra a él se debe la fundación y dirección del Ejército Rojo, que consiguió una gran victoria durante la Guerra Civil rusa que sucedió a la revolución. Lenin se vio obligado a retirarse de la vida política en mayo de 1922, tras sufrir una apoplejía, Trotsky no se encontraba en posición de asumir el control del gobierno. Nunca había sido un defensor de la política de partidos, y no consiguió impedir que la troika compuesta por Grígori Zinóviev, Liev Kámenev y Stalin se hiciera con el poder. Aunque Trotsky se asignó a sí mismo la jefatura de una oposición de izquierdas poco unificada, sus polémicas diatribas no podían competir con la máquina burocrática del partido creada por Stalin. Sus adversarios políticos le destituyeron de su cargo de comisario de Guerra en 1925 y le expulsaron del Politburó en 1926; Stalin le envió al exilio a Asia central en 1928 y fue desterrado de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en 1929. Pasó el resto de su vida haciendo públicas sus críticas al estalinismo. Residió en Turquía, Francia, Noruega y finalmente en México, invitado por el general Lázaro Cárdenas, presidente del país, en 1937. Escribió numerosos ensayos, una autobiografía, Mi vida (1930), una Historia de la Revolución Rusa (3 volúmenes, 1931-1933), La revolución traicionada (1937), y artículos sobre los paincipales temas de la actualidad de su época (estalinismo, nazismo, fascismo o la Guerra Civil espaňola). En la ciudad de México vivía en un autén/aco palacete, defendido y guardado como fortaleza, con guardaespaldas armados. Fue amigo del pintor mexicano Diego Rivera y de su esposa Frida Kahlo. El agente soviético Kótov, que desde México dirigía las operaciones contra Trotsky, ordenó a Ramón Mercader, que había logrado infiltrarse en la casa como amigo de una de las secretarias, que acabara con su vida.

Ramón Mercader, comunista espaňol, estaba a las órdenes de Kótov para penetrar en el círculo más próximo a Trotsky y perpretar su asesinato. Mercader atacó a Trotsky el 20 de agosto de 1940 con un piolet, que hundió en su cabeza; pero éste pudo reaccionar y pidió ayuda. Mercader permaneció en la cárcel de México durante 20 aňos. Trotsky falleció el día siguiente. Su muerte culminó aňos de persecución y exilio, unidos al exterminio físico de decenas de miles de comun/ptas en Rusia por parte del aparato policial de Stalin.

viernes, octubre 12

Pablo de la torre Brau


Pablo de la Torriente Brau nace en San Juan de Puerto Rico, el 12 de diciembre de 1901.
Pablo es uno de los más altos exponentes del periodismo cubano en este siglo. A través de sus crónicas, reportajes y entrevistas renovó el lenguaje de este medio de comunicación, al que llevó, por otra parte, de manera auténtica y humana, la fuerza y el encanto de sus vivencias personales estrechamente vinculadas al devenir histórico de su tiempo.
En su obra periodística podemos encontrar hoy formidables antecedentes del género testimonial que tanto auge ha tenido en las últimas décadas. Fue, en ese sentido, un padre del género testimonio, y sus libros conservan la frescura y la fuerza a pesar del paso de los años.
Su obra narrativa no testimonial —novela, cuento—, representativa de la vanguardia cubana, incorporó la riqueza del habla popular y la agudeza del humor para entregar vigorosos y trascendentes temas humanos.
Pablo fue un cronista imaginativo e incesante de los múltiples y cruciales acontecimientos históricos por los que pasó su vida en Cuba, Estados Unidos y España.
La última etapa del trabajo periodístico de Pablo transcurrió en la Guerra Civil Española, a donde fue como corresponsal de varias publicaciones de América Latina y Estados Unidos, en septiembre de 1936.
A su intensa obra escrita pertenecen los títulos siguientes: Batey (cuentos), La isla de los 500 asesinatos, Presidio Modelo y Peleando con los milicianos (crónicas y testimonio), Aventuras del soldado desconocido cubano (novela). El formidable epistolario de su exilio ha sido reunido en el volumen titulado Cartas cruzadas.
Muere combatiendo en Majadahonda el 18 de diciembre de 1936 durante la heroica defensa de Madrid como miembro de las Brigadas Internacionales defendiendo la legítima II República Española.

jueves, octubre 11

José Díaz


José Díaz nació en Sevilla el 3 de mayo de 1895 en el número 9 de la calle Huerto del barrio de la Macarena, actualmente calle General Bohórquez. Al norte de la capital andaluza, la Macarena es un barrio deprimido y proletario; la familia de José Díaz también era obrera y pronto se trasladaron a vivir al número 4 de la calle Adelantado al lado de la Resolana. Su padre era panadero y su madre, cigarrera, trabajó toda su vida en la fábrica de tabaco. Como sus compañeras de trabajo, en el mismo lugar de trabajo era donde amamantaba a sus hijos. José fue el segundo de una descendencia de seis, de la que fallecieron dos hermanos.

Está acabando un siglo y entonces, como hoy, Sevilla era una ciudad de clases y, por tanto, de contrastes, espejo de las dos Españas de Machado, la de la abundancia y la pobreza, la de la alegría y la de la tristeza. Allí tenía su asiento la rancia aristocracia terrateniente andaluza que hacía ostentación de lujo y despilfarro y se divertía con las corridas de toros. Era también el centro comercial andaluz, un mercado permanente que desde el puerto del río Guadalquivir siempre había alcanzado hasta la lejana América. De ahí que la presencia de la burguesía fuera igualmente importante. Estas eran la clases del jolgorio y la frivolidad, entonces en un apogeo que, de espaldas a la calle, imaginaban eterno. Puerta de la hispanidad, colonialista, la oligarquía sevillana cree vivir una mentira permanente y un esplendor ficticio. Es una ciudad escaparate, la de las exposiciones universales, donde el mercado y el engaño conviven más hermanados que en ninguna otra parte.

Pero al otro lado de la acera se agolpa un proletariado famélico y miserable que se hacina en chabolas y corrales donde la música y el baile tenían un recorrido tan corto como los miserables jornales que cobran. Lo mismo que la educación: más de la mitad de la población era analfabeta. José fue de los que pudo estudiar de los seis a los once años de edad. En 1905, cuando tenía diez años, el mal tiempo arruinó las cosechas en Andalucía, apareciendo el paro y una hambruna terrible que asoló los hogares proletarios, llevándose a muchos de ellos al cementerio y a los demás, luto y lágrimas.

Al año siguiente empezó a trabajar como obrero panadero, oficio que desempeñaba también su padre, en un horno de la calle Valle en la puerta de Osario. Luego cambió varias veces de lugar de trabajo dentro de la misma profesión pero las condiciones laborales eran siempre las mismas, especialmente terroríficas para un niño: trabajo nocturno durante 15 horas diarias y el calor sofocante del horno en una de las ciudades más calurosas. Aquellas jornadas de trabajo se hacían interminables, agotadoras, despertando en José, desde muy niño, un sentimiento de rebeldía cultivado por su propia sensibilidad revolucionaria. En la panadería de la calle Hombre de Piedra, una de las que desembocan en la Alameda, conoció a su compañera Teresa, también obrera como él. Con 17 años ya había aprendido el oficio, que desempeñaría hasta 1932.

El sindicato de panaderos ‘La Aurora’
Sobreponiéndose a la brutal represión de la época, los obreros se organizan, pero repudian el reformismo de la UGT. La miseria obliga a gritar en voz alta y eso es lo que el anarcosindicalismo dio entonces a los obreros sevillanos. En 1888 la FTRE libertaria había sido disuelta pero no liquidada. En 1904 había en Sevilla 24 asociaciones obreras, todas ellas alineadas con el anarcosindicalismo. Al año siguiente, el hambre no facilita la organización sindical de la clase obrera; parece que no hay salida a la miseria capitalista y, como suele suceder, muchos se desmoralizan justo cuando la situación está a punto de reventar. Se acerca la Semana Trágica de Barcelona, el acontecimiento histórico que marca una época en el movimiento obrero español. Asesinan a Francisco Ferrer, en Vizcaya estalla una huelga general y se funda la CNT (1910).

La lucha revolucionaria es contagiosa; no importa en dónde estalle ni a veces tampoco por qué, pero siempre acaba extendiéndose como una inundación. En Andalucía la ola de rebeldía llega más tarde, con la Revolución rusa de 1917, pero también llega inexorablemente. Es el trienio bolchevique, un periodo de lucha comprendido entre 1917 y 1920. Primero saltan los jornaleros del campo, destacando que no se trata de levantamientos espontáneos sino organizados y preparados por los sindicalistas. Como si fuera otra ley, la lucha revolucionaria siempre se inicia de una manera pacífica, pero acaba, como entonces en Andalucía, con incendios de las cosechas y, en ocasiones, de los aristocráticos cortijos.

En 1917 José Díaz ya estaba afiliado al sindicato de panaderos La Aurora, del que fue nombrado presidente, dirigiendo dos huelgas por motivos económicos. Desde joven destaca entre los panaderos sevillanos. Su vivacidad y alegría, su inteligencia clara y su actitud enérgica, eran condiciones que muy pronto atrajeron el aprecio de los obreros, que vieron en él a uno de sus dirigentes naturales. Su primera escuela de lucha, donde aprendió las nociones elementales del combate contra la burguesía, fue en las sociedades de resistencia, muchas de las cuales se transfomaron posteriormente, entre ellas la de panaderos, en sindicatos de oficios, armas rudimentarias de lucha, en las que comenzaban por aquel tiempo a agruparse los obreros. El sindicato formaba parte de la CNT y dentro de la confederación libertaria José Díaz fue también contador y tesorero de la Federación Local. Él mismo reconoció que, además, en su interior formó parte de un grupo anarquista de acción directa que practicaba la acción directa, participando en varias acciones armadas. Por tanto, durante diez años, hasta que en 1927 ingresó en el Partido Comunista, José Díaz osciló entre el sindicalismo obrero y la violencia revolucionaria, participando en varios enfrentamientos a tiros con los pistoleros de la patronal que realzaron su prestigio entre la clase obrera sevillana.

La primera noticia sobre su actividad en el movimiento obrero es cuando el 16 de febrero de 1918 preside la reunión de los obreros aserradores, clavadores y similares, en su sede del número 43 de la calle Marqués de Tablantes. Contaba 23 años de edad y, como se aprecia, su actuación abarcaba ya todos los sectores obreros sindicales.

La CNT se había reorganizado en sindicatos únicos de ramo en el Congreso de Sans, con trece sindicatos únicos. El 1 de mayo de 1918 tuvo lugar en Sevilla el congreso que constituyó la Federación Obrera Regional Andaluza (FORA), en el que participaron 52 delegados representando a unos 30.000 obreros.

Tras el Congreso se multiplican las luchas obreras y estallan huelgas de carácter general. En 1918 hubo 32 huelgas, siendo la lucha por el aumento de salarios el motivo más recurrente.

En 1919 los sindicatos desplegaron una intensa labor de propaganda en la que participó José Díaz como representante de la FORA. En tan sólo un año en toda Andalucía se multiplican por 25 los obreros afiliados, y en Sevilla por cerca de 30, pasando de 1.240 a 36.948, con organizaciones en 42 localidades, el 42 por ciento de los ayuntamientos y 525 afiliados en poblaciones de 10.000 habitantes. Esto expresa fielmente el carácter del anarcosindicalismo sevillano, donde es superior en términos absolutos y relativos, el número de afiliados urbanos que el de los rurales. En la capital sevillana había 18.336 afiliados, la mitad del total provincial. Pero en 1919 se contabilizan 50 huelgas, incluyendo la general de febrero a marzo.

Los gremios más conflictivos son los panaderos, al que pertenece José Díaz; los albañiles, metalúrgicos, aceituneros, hiladores y tejedores y obreros de las fábricas militares.

En Sevilla José Díaz presidió el 18 de diciembre de 1919 una reunión del sindicato de panaderos La Aurora y sus ramos afines, acordando que la dirección se entrevistase con el gobernador civil para aclarar un punto sobre el trabajo diurno o nocturno, abogando todos los reunidos por la unificación del gremio.

En el Congreso de la CNT reunido en Madrid, en el teatro de la Comedia, en diciembre de 1919, asistieron 450 delegados que representaban a 700.000 obreros afiliados. Allí los obreros discutieron sobre la Revolución rusa y acordaron la adhesión de la CNT a la Internacional Comunista. Aquel mismo mes de diciembre de 1919 la Federación de Juventudes Socialistas acordó unirse sin demora a la Internacional Comunista y pocos meses después, en abril de 1920, se constituyen como Partido Comunista de España.

La huega de panaderos de 1920
En Sevilla aquel fue el año más agitado. Sólo en la capital el total de huelgas contabilizadas fue de 43, incluyendo la huelga general de diciembre. Aparecen los cierres patronales (Banesto logró así abortar una huelga), las bombas y los disparos.

José Díaz no era sólo el dirigente de los panaderos sevillanos, sino de todos los trabajadores de la capital andaluza. Su labor sindical se desarrollaba entre los más diversos oficios. Así, el 4 de enero de 1920 preside una reunión de sombrereros en la que se acordó que una comisión visitara al patrono José Lora para obligarle a que sus operarios trabajen a jornal y no a destajo como ahora lo vienen haciendo, y que en caso contrario, se declare la huelga parcial. Dos días después se volvió a reunir el sindicato de sombrereros presidido por José Díaz: Los reunidos trataron de la huelga que sostienen con la casa del patrono Lora, acordándose nombrar una comisión de tres individuos para que lo visiten con el fin de participarle que persistirán en la huelga si no admite a sus operarios, a jornal en vez de a destajo. También se acordó socorrer a dichos obreros en huelga con la suma de tres pesetas diarias.

Las huelgas no bastan porque los patronos tienen todos los medios a su alcance para forzar a los obreros con el hambre. Sevilla sigue los pasos de Barcelona, donde la lucha obrera se complementa con la lucha armada. Por eso un patrono, Amadeo Saturnino, sufre un atentado el 5 de enero, resultando detenido Aparici, que culpa a Sanabria y a Adame. El 10 de enero hubo otro atentado fallido contra el arquitecto de la Exposición Universal en las cercanías de su vivienda. Así comenzaban las acciones del movimiento obrero contra la Exposición, que culminarían con la huelga de 1928.

Un día después se vuelve a reunir el gremio de los panaderos: Abierta la sesión por el compañero José Díaz, se dio lectura al acta de la sesión anterior, siendo aprobada. Se acordó el ingreso en la Federación Regional. En consecuencia, José Díaz presidió la sesión en la que el sindicato de panaderos La Aurora se integra dentro de la FORA. Además, durante la reunión se dio lectura a un escrito del Instituto de Reformas Sociales de Madrid, ratificando las horas de trabajo desde las 5 de la madrugada a las 11 de la noche. La conciencia de clase empieza a despertar la solidaridad entre todos los proletarios, que aparecen estrechamente unidos por un mismo destino: los panaderos también acuerdan prestar apoyo material a los compañeros albañiles en huelga. Por el contrario, acuerdan no intervenir en la Junta Local de Reformas Sociales porque no hace cumplir la ley a los patronos que la infringen.

Entre la Alameda de Hércules y la Resolana, la calle Peral era entonces el centro del anarquismo sevillano, donde se hacinaban los obreros en corrales de vecinos y donde, conviviendo con el hambre, el trabajo agotador y la penuria, se aspiraba a conseguir logros revolucionarios que hacían soñar en una sociedad más justa para todos. Allí, en el número 1, se volvió a reunir el 27 de enero el sindicato de panaderos, presidido por José Díaz. Al comenzar la reunión José Díaz leyó tres cartas de otros tantos obreros afiliados pidiendo ayuda; se recaudaron cinco céntimos diarios para cada uno. También se acordó facultar a la dirección del sidicato para que continúe los trabajos emprendidos para convertir los trabajos nocturnos en diurnos. Finalmente encargaron a la dirección del sindicato que redactara un elenco de reivindicaciones, que fueron las siguientes:

— Reconocimiento del sindicato por los patronos. No elaborar pan falto de peso
— No empezar el trabajo antes de las cinco de la mañana
— Que el personal no asociado no pueda trabajar con el que no lo esté
— Que los patronos no puedan despedir a ningún obrero sin el visto bueno del delegado del sindicato
— En las panaderías mecánicas regirán los siguientes jornales: maestros, 10,25 ptas; oficiales primeros, 6,75 ptas; oficiales segundos, 6; ayudantes, 5; maquinistas, 4,25; y aprendices, 3,50. En las no mecánicas regirán para los mismos cargos los siguientes jornales: 10,25; 8; 5; 3,50.

El sindicato acordó conceder un plazo de 48 horas a los patronos para contestar. Se preparaba una nueva huelga. El día 21, en vísperas del paro, los obreros explican su actitud, apareciendo en la prensa un artículo de fondo. Pero lo patronos tratan de rendir a los obreros mediante el hambre. Mantienen los hornos abiertos trayendo esquiroles procedentes de Cádiz. Por su parte, el sindicato vacía la caja de resistencia para dar de comer a los obreros más necesitados.

Los huelguistas organizan piquetes que se distribuyen por todos los barrios de la ciudad; impiden el trabajo de los esquiroles, informan a los demás obreros, extienden la solidaridad y logran parar todos los hornos. La policía también sale a la calle para detener a los obreros que actúan en los piquetes. Corrompidos hasta la médula, los políticos salen en la prensa negando que exista ninguna huelga. Sin embargo, ésta se extiende a otros sectores. Los patronos especulan con ella y con el precio de la harina para subir los precios del pan. Ante el fraude capitalista, se requisan sacos de harina a los almacenistas. La ciudad está alarmada por la falta del alimento básico y, para muchas familias, único. La escasez provoca colas enormes, asaltos a panaderías, acaparamiento y continuos incidentes.

En la reunión sindical del 5 de marzo toma la palabra José Díaz. Su testimonio es directo, duro, sin concesiones. No basta con declarar la huelga; hay que pelear hasta el final por los derechos. Hay que dar un paso al frente. Aconseja a todos los obreros que están trabajando que se sumen a la huelga, anuncia que los obreros no acudirán a más reuniones con el gobernador civil y que, en lo sucesivo, se entenderán única y exclusivamente con los patronos. El acto termina en un ambiente de euforia, dando todos vivas a la huelga.

Los capitalistas y su Estado represor también dan un paso al frente. El 9 de marzo detienen a dos sindicalistas acusados de los disturbios de Triana. El gobernador impide las reuniones sindicales y el ánimo de los obreros comienza a decaer. Éstos se manifiestan favorables a la negociación con una serie de condiciones, entre las cuales, que acudiera la dirección de la patronal autorizada para discutir con ellos y, en caso de acuerdo, que se firmara por ambas representaciones el laudo que pusiera fin a la huelga, dándose a cada uno de ellos copia del acta original que quedaría depositada en la alcaldía, en donde constarán los acuerdos tomados.

Los patronos rechazan algunas de las condiciones de los panaderos: no reconocen al sindicato ni aceptan su visto bueno para despedir a los obreros, rechazan también la presencia de delegados obreros en los talleres, también se niegan a dar a los obreros un día de descanso retribuido a la semana y se niegan a reducir la jornada de trabajo. Pero la huelga acaba con un señalado triunfo para los panaderos.

Desde entonces José Díaz acrecentó su prestigio y autoridad entre toda la clase obrera sevillana. Había demostrado sus dotes de dirigente obrero: combativo, audaz, firme y con una conciencia de clase a toda prueba. No se dejó embaucar ni sorprender en las discusiones con los patronos y el gobernador civil; hizo frente con aplomo a los provocadores y pistoleros a sueldo de los capitalistas, con los cuales se batió a tiros por las calles en más de una ocasión.

Pero toda victoria tiene su precio. Como es natural, comienzan por aquellas fechas las persecuciones policiales contra el dirgente sindical, que tiene que aprender el arte de la conspiración y de la clandestinidad.

Guerra de clases a orillas del Guadalquivir
La huelga acabó de consumar la dicotomía de clases en la que vivía la sociedad sevillana. En la segunda mitad de 1920 el gobernador civil prohibió las reuniones sindicales. La policía clausuró los centros obreros. Pero se siguen celebrando clandestinamente, sin la presencia del delegado gubernativo. En Sevilla la policía detiene y encarcela a Saturnino Barneto, amigo de José Díaz, a José Oliveira y a siete siindicalistas más. Pero a pesar de la represión, los obreros pierden el miedo y la lucha sindical se transforma en una lucha de clases, política, reforzando las posturas más radicales y las acciones directas. Hay represalias contra los esquiroles, peleas, disparos, heridos y muertos. Las huelgas obreras no remiten en la ciudad: en octubre están en huelga los obreros de las tres fábricas militares, los carpinteros, los cocheros, que se adhieren a Solidaridad Obrera, el periódico anarquista clandestino, los barberos y los plateros. La lucha continúa sin miedo a las consecuencias de la represión.

El 3 de septiembre de 1920 se logra la unidad de acción entre UGT y CNT, lo que en Sevilla se traduce en una huelga general que durará desde noviembre hasta el 8 de diciembre. La ciudad se paraliza y hay acciones armadas. En la calle Fabiola, en la casa de Ramón Ibarra, explota una bomba, muriendo un soldado, y resultando heridos otros dos. Por la noche estallan dos bombas en las proximidades de Eritaña. A las 10,20 de la noche estalla un explosivo colocado en la puerta de entrada al palacio Arzobispal. Herido en la espalda por varios disparos, el 12 de diciembre fallece un capitalista del corcho. Sus obreros estaban en huelga parcial y los disparos los realizan dos individuos de traza modesta. El 21 de enero ejecutan al policía Espejo cuando intentaba cachear a un sindicalista que le disparó a bocajarro. Ese mismo día varios policías intentaron detener al presidente de uno de los sindicatos, que huyó, fue perseguido y asesinado bajo el mostrador de una farmacia. Otros tres sindicalistas fueron asesinados a tiros por la policía y otro más herido.

Detenidos 64 cenetistas barceloneses por Martínez Anido, se reclama la huelga general en toda España en su apoyo, y la respuesta obrera sevillana no se hizo esperar. Será el sindicato del metal el que concrete las peticiones: Que sea reconocido el sindicato único con sus delegados de fábrica, obras y talleres; solución de todos los conflictos de forma satisfactoria para los obreros; abolición del trabajo a destajo y extensión de la jornada de ocho horas a todos los trabajadores.

A partir de 1921 la guerra entre las clases es total. Arrecia la represión de la policía contra los obreros: detenciones, cierres y disparos de los soldados contra los piquetes. Se cierran imprentas, como la de la calle Alhóndiga 21, que trabajan para los sindicatos, detienen a sindicalistas que siguen cobran cuotas clandestinamente. El 9 de febrero hay en la cárcel del Pópulo, que está en el Arenal, un total de 482 presos de los que 205 son sindicalistas y de éstos 160 están por orden del gobernador civil. Algunos sindicalistas que son llevados camino de la cárcel por policías o por la guardia civil, aparecen asesinados por la espalda.

Por su parte, los sindicatos únicos imponen multas a los patronos. Los atentados se multplican. El 9 de marzo de 1921 ejecutan al Presidente del Gobierno, Eduardo Dato.

José Díaz abandonó Sevilla para cumplir misiones revolucionarias, y vivió en Jerez (gran centro anarcosindicalista), en Granada, Madrid y Barcelona.

Cuando en 1922 vuelve a Sevilla, le detienen, pasando diez meses en la cárcel. Ésta es un antro espantoso, de lo peor que pueda imaginarse. En las noches de lluvia, los presos tienen que permanecer de pie en la celda porque el agua penetra a cántaros. Se niegan a ser conducidos desde la cárcel y se amotinan.

El atentado contra el reyezueloEn septiembre de 1923 la vida de José Díaz comenzaba a dar un importante giro. España conoció uno de esos acontecimientos históricos que realzan la sigularidad de su podrida casta dominante: un golpe de Estado que en realidad es un autogolpe patrocinado por la propia monarquía, entre otras cosas para tapar la sangría colonial en Marruecos y frenar el ascenso de la lucha obrera. Una vez más la oligarquía lanza a sus perros contra los sindicatos, la prensa, los locales, los derechos y, sobre todo, contra los proletarios más destacados.

Ante esta situación, son muchos los que, presa del pánico, simplemente echan a correr para escapar del país. Siempre dispuestos a arrodillarse, los reformistas tragan con todo lo que les echen y, especialmente, la UGT y el PSOE colaborarán a jornada completa con la reacción: Largo Caballero fue nombrado consejero de Estado. Como es costumbre, la CNT no mantiene una postura única; la actividad sindical se paraliza e incluso hay quien, como el periódico Solidaridad Obrera, también sigue la senda reformista y propugna la inhibición frente al golpe militar si los militares no atacan a la clase obrera: Si el golpe de Estado –decía Solidaridad Obrera el 18 de setiembre de 1923- no tiene por misión ir contra los trabajadores, contra las libertades que éstos tienen, contra las mejoras alcanzadas y contra las reivindicaciones económicas y morales que paulatinamente se han obtenido, nuestra actitud será muy otra que si todo esto, que es el producto de muchos años de lucha, se veja, no se respeta o se ataca. En este caso no podemos situarnos en el mismo plano que nos situaríamos en el precedente. Era una ingenuidad pasmosa creer que los militares no habían dado un golpe de Estado más que para atacar a la clase obrera en todos y cada uno de sus derechos.

No obstante, también hay quienes, como José Díaz, se preparan para hacerle frente con todas las armas a su alcance. En aquel momento José Díaz era un destacado dirigente de la CNT y del movimiento obrero en Sevilla. No estuvo de acuerdo con escapar al extranjero, como tantos otros hicieron. No quiso marcharse ni a París, ni a Lisboa, ni a Bruselas, ni a Buenos Aires. Fue irreductible en la crítica hacia los que huyeron sin causa justificada, como también con los que se quedaban tranquilamente en su casa, dejando a la clase obrera abandonada, o que ésta se amparara en la UGT, plagados de orientaciones reformistas, de colaboración plena con la dictadura. Su opinión fue la de quedarse en España, al pie del cañón, para continuar la lucha poniéndose al frente de la clase obrera sevillana, cuyas conquistas peligraban. Fustigó con energía a los que se escondieron con la excusa de que con la dictadura no se podía aplicar la táctica de la acción directa, y que no quedaba otro camino que el del colaboracionismo. Como otros muchos militantes cenetistas, propugnó que, no obstante la liquidación de las libertades de la clase obrera por los militares reaccionarios desde el poder, debía aprovecharse la más mínima coyuntura propicia para organizar a los obreros y, desde su organización y mediante la lucha, no abandonar sus conquistas. Sostenía el punto de vista de que había que pelear por cada reivindicación por pequeña que fuera.

Para José Díaz, el sindicalismo era un instrumento de lucha y combate de la clase obrera para la defensa y la mejora sus condiciones de vida y la conquista de sus reivindicaciones inmediatas. Siempre fue hostil a la actitud de los anarquistas vegetarianos y comodones que entonces se pusieron de moda, los que criticaban y nada hacían, a los entonces célebres ‘nietzcheanos’, que anatematizaban a las masas por su ‘materialismo’, porque éstas querían mejorar sus salarios, sus condiciones de trabajo y su nivel de vida. Se enfrentaba con quienes esparcían tales ideas porque él se consideraba parte integrante de las masas proletarias, con una confianza ilimitada en ellas, con gran fe en el pueblo. Llegó a ser intransigente frente a las inmoralidades de unos y otros.

Durante los seis años de dictadura de Primo de Rivera, de 1923 a 1931, la actividad política y sindical de José Díaz se manifestó allí donde había un motivo de efrentamiento con la dictadura y la monarquía. Organizó en Sevilla la distribución de propaganda antimonárquica y él mismo contribuyó a difundirla, porque de esta forma se incorporaban a la lucha otros sectores sociales, especialmente los universitarios, contra Primo de Rivera y Alfonso XIII, el rey felón, abuelo del actual Bobón. Participó en la organización de varias huelgas de su gremio, los obreros panaderos, por mejoras de salario que resultaron triunfantes. También intervino en la organización de la huelga de los obreros portuarios sevillanos, que lograron obtener un gran triunfo.

Estuvo a punto de ser asesinado en más de una ocasión a manos de las bandas de pistoleros organizadas por la gran burguesía y la policía le buscaba por su actividad sindical y solidaria, así que se tuvo que refugiar en un pueblo en las cercanías de Sevilla.

José Díaz llevó a la práctica la necesidad de enfrentarse a la dictadura militar con todas los medios a su alcance. Enviado por el Comité Nacional de la CNT, que se había refugiado en Sevilla, José Díaz se trasladó en 1925 a Madrid junto con otros militantes anarquistas para preparar un operativo espectacular: la ejecución del rey Alfonso XIII. En la capital subsistió vendiendo en la calle los roscos sevillanos que había aprendido a elaborar desde niño. Pero la policía los detuvo a los pocos días a la salida de un bar cuando se disponía a echar una carta al correo. La carta estaba escrita de forma que la policía no podía sacar nada en concreto. Él y su compañero fueron torturados durante tres días y conducidos por la policía a las afueras de Madrid. Entonces el gobernador civil era el general Arlegui con el que se practicaba impunemente la ley de fugas, de la que estuvo a punto de ser víctima. Pero la policía no consiguió arrancarles ninguna confesión.

Ambos fueron trasladados a la vieja cárcel modelo de Madrid, donde José Díaz enfermó, quedándole como secuela una debilidad extrema y una úlcera gástrica que se le hizo crónica. Las condiciones de vida en la cárcel eran tan precarias y tan duras que aquella grave enfermedad le martirizó el resto de sus días y lo llevó a la tumba aún joven.

Permaneció 10 meses en la cárcel sin llegar a ser procesado por falta de pruebas. Los largos periodos de inactividad hacen de la cárcel un medio idóneo para la reflexión, de modo que mientras estuvo preso, José Díaz comenzó a analizar los puntos débiles del anarquismo, reflexionó sobre el derroche de energías de muchos dirigentes de la CNT y obreros anarquistas. Sus largas meditaciones le llevaron a la conclusión de que el anarcosindicalismo no disponía de una teoría revolucionaria ni la CNT tenía una política para organizar a las masas como fuerza capaz de conducir a los trabajadores al triunfo de la revolución.

La cárcel es también un inmejorable punto de contacto para que los revolucionarios empiecen a conocerse de cerca. En el tiempo que estuvo recluido en la Modelo de Madrid, el Socorro Rojo Internacional se ocupó de él y de su familia, gesto solidario que, en una situación tan precaria, impactó a aquel obrero anarcosindicalista. A través del Socorro Rojo Internacional José Díaz entró en contacto con los comunistas y, a partir de ese momento empezó un cambio radical en su ideología.

La solidaridad genera solidaridad. Cuando en agosto de 1926 sale en libertad, vuelve a Sevilla, ingresa en el Socorro Rojo Internacional junto con otros militantes sevillanos de la CNT (Adame, Barneto, Roldán, Delicado). José Díaz se preocupa por la represión y por los presos políticos, llegando a ser dirigente regional de la organización solidaria.

Por medio del Socorro Rojo Internacional, José Díaz traba relación con la dirección del Partido Comunista, que entonces residía en Bilbao. Por aquellas fechas fue detenido el responsable del Comité Regional del Partido Comunista. En aquella época en Sevilla había unos 15 ó 20 comunistas. José Díaz contacta con ellos e ingresa en el Partido Comunista. No fue un caso aislado. Los elementos más sanos y queridos de los obreros de Sevilla que procedían del anarcosindicalismo, pasan a las filas del comunismo. En Sevilla fueron muchos los anarcosindicalistas que en 1924 se negaron a autodisolver sus sindicatos, y que mantuvieron o rehicieron en forma autónoma. Ese fue el caso de Antonio Mije, también antiguo dirigente del Sindicato único de Alimentación; Barneto, del Sindicato de Portuarios; Manuel Delicado; Roldán, Núñez, etc. Poco a poco ese grupo con raíces sindicales fue integrándose en las filas comunistas.

Gracias a su trabajo y a sus grandes dotes organizativas, José Díaz consiguió que la organización sevillana fuese una de las más importantes del Partido Comunista. En la capital andaluza se produjo la simbiosis del movimiento obrero y sindical con el comunismo.

El primer trabajo de José Díaz fue escribir a los pueblos de los cuales tenía direcciones para tratar de reconstruir un Comité Regional provisional del Partido Comunista con nuevos militantes. En el Comité introduce a varios sindicalistas que pertenecían al Socorro Rojo Internacional y que por afinidad le seguían: Montesinos, Delicado y otros. Al poco tiempo, cuando ya reanudó la relación con algunas ciudades y pueblos de Andalucía, se celebró un pleno del Partido para nombrar nueva dirección; a este pleno acudió Adame como representante del Comité Central. En la nueva dirección regional que se nombró Jose Díaz fue designado Secretario Político.

Hacia 1928 José Díaz seguía siendo máximo dirigente del Socorro Rojo Internacional y, además, participaba en la dirección del Comité Regional del PCE en Andalucía como secretario político.

Como máximo responsable político comunista en Andalucía, José Díaz siguió dando muestras de su entrega a la causa revolucionaria. Gracias a su labor, la reorganización del Partido Comunista en Andalucía experimentó un gran salto y el movimiento sindical pronto pasó en su mayoría a ser dirigido por los militantes comunistas. Es la lucha de nuevo organizada en Sevilla por los mismos hombres aunque con distintos planteamientos políticos e ideológicos.

Asistimos al momento en que la dictadura se va debilitando y la censura para las reuniones es más suave y hay un fuerte despliegue de agitación comunista sobre los obreros de la ciudad, de la mano de los sindicalistas de siempre.

José Díaz se va a mantener durante todo el año 1928 en la lucha obrera, participando en la huelga de otoño por la subida salarial y organizando la huelga general en Sevilla cuando se iba a inaugurar allí la Exposición Ibero-Americana con una visita de Primo de Rivera, el dictador en persona.

El prestigio de José Díaz estaba cimentado en una lucha obrera y sindical ininterrumpida desde 1918. Lleva diez duros años en ella y es mucha la experiencia acumulada. Su trabajo es el mismo porque la situación para los suyos no ha mejorado, sin embargo, actúa de otra forma y dirige una nueva organización obrera. No lo vemos ocupando ningún puesto en el sindicato, pero aparece invariablemente en el momento duro de la lucha. Su nombre lo recoge una prensa que no tiene nada que ver con sus ideas y su movimiento; una prensa que, por ser abierta y muy explícita a la hora de dar la noticia, informa sobre el papel de unos hombres que escribieron la historia como luchadores obreros anónimos en Sevilla. Nos está acercando a la labor de los primeros comunistas sevillanos que han evolucionado del anarcosindicalismo y realizan ahora un trabajo político partidista.

Los gremios mejor organizados eran por este orden: los Panaderos, que están encuadrados en la Asociación La Aurora de la que fue elegido bibliotecario Antonio Mije García, en la reunión celebrada el 19 de octubre, y el 24 de noviembre fueron elegidos miembros de una Comisión reguladora del descanso dominical, José Díaz, José Oliveira, Antonio Mije y otros seis camaradas. Se reúnen los Confiteros, los Hortelanos y Jardineros y sus ramas afines, la Sociedad Unión de Obreros Metalúrgicos y de Tranviarios y Electromecánicos, los camareros y similares en la asociación La Constancia, los vaqueros, en la asociación La Pastora.

Métodos diversos se utilizaban para atraer a la lucha: el ya citado de la constitución de comités paritarios, la ayuda a enfermos para lo que se convocaba con frecuencia a través de la prensa, y dando conferencias formativas, sobre la organización obrera en el corporativismo. Esta era la pantalla de un movimiento clandestino. Se celebran varios actos públicos en Sevilla, en uno de los cuales el abogado sindicalista Fernando Balcera, asesor jurídico de la Sociedad Unión de Tranviarios, habló sobre el tema El momento social actual y los Comités Paritarios.

José Díaz y Celestino García, en representación de la Federación Nacional del Arte rodado, hablaron sobre los Comités Paritarios. La Sociedad La Unión de obreros tranviarios y electromecánicos de Sevilla que tenía su domicilio social en la calle Trajano, número 16, convocó este acto que tuvo lugar al dia siguiente a las doce de la noche para que sus asociados se enteraran de los provechos que al proletariado le proporciona la ley corporativa.

En agosto de 1929 celebró el PCE su III Congreso en París. El partido en esa fecha era insignificante en toda España y los acuerdos fueron muy radicales y sin viabilidad alguna, de ahí que los resultados del Congreso no tuvieran la menor eficacia. Se mantuvo el criterio de que había que potenciar la revolución democrático burguesa y formar un gobierno obrero y campesino.

En el mes de marzo del año 1930, el PCE celebró la llamada Conferencia de Pamplona aunque tuvo lugar en Bilbao. José Bullejos, su Secretario General, la orientó contra el sistema capitalista que estaba en crisis y sobre la perspectiva de que, de inmediato, se iba a producir la revolución socialista. Otros representantes de Sevilla y de Vizcaya tenían otras ideas y surgió un debate sobre el tema sindical en el que éstos se habían formado. Se pensó en la unidad sindical, pero a la cúspide de la UGT la consideraban, tras la dictadura con la que había en cierta medida colaborado, inapropiada; actuarían con la CNT, había que reconstruirla sobre una base nueva. Había que partir de los sindicatos de Sevilla, de Málaga, de Almería y de otras provincias andaluzas. Y se creó el Comité Nacional de Reconstrucción de la CNT y la Unión Local de Sindicatos que se agrupaba en la Unión Regional de Sindicatos de Andalucía, la cual se adhirió a la Internacional Sindical Roja.

Este giro político-sindical del Partido Comunista se debe muy especialmente a los obreros sevillanos que llevaban dos años luchando en este sentido.

En 1929 fue dirigente indiscutible en la huelga de panaderos de Sevilla, organizada por el sindicato La Aurora en la cual obtuvieron de sus patronos un aumento del 15 por ciento sobre sus jornales tras una dura lucha que llevó a cabo su Comisión Paritaria encabezada por José Díaz, Mije, García y Oliveira Barrera.

Durante el año 1930 la actividad obrera se acrecentó en Sevilla y se extendió por la provincia la influencia del sindicato panadero La Aurora y la de otros sindicatos que ya estaban dentro de la influencia comunista.

Estos sindicatos organizaron una visita de Bullejos a la ciudad para dar una conferencia de las muchas que se hacían entonces, utilizando a los comités paritarios como pantalla para mítines de cariz revolucionario. Así la conferencia de Bullejos se celebró en la calle Aurora, número 5, el centro de las cigarreras, que se había convertido en lugar de ebullición comunista. Bullejos no pasó desapercibido en la ciudad. Al día siguiente del acto, el gobernador civil Conde de San Luis, clausuró el centro a causa de su intervención.

Ese mismo año, José Díaz partió hacia la Unión Soviética, donde permaneció nueve meses estudiando en el Instituto Lenin, formándose como dirigente revolucionario. Allí le sorprendió la llegada de la República en 1931.

Durante la II República, en 1932, el general Sanjurjo intentó un golpe de Estado fascista que fracasó, y José Díaz destacó en los preparativos de las huelgas que se desencadenaron contra dicho intento.

Esta actividad revolucionaria le lleva de nuevo a la cárcel y mientras está en prisión se celebró el IV Congreso del Partido Comunista en Sevilla, en marzo de 1932, en el que fue elegido miembro del Comité Central.

Poco después, ya en libertad y en una sesión del Comité Central, fue elegido Secretario General, en sustitución de Bullejos quien, junto a Trilla y Adame fueron criticados por haber conducido el Partido por un camino ultraizquierdista y sectario, que lo mantuvo al margen de las masas.

José Díaz destacó siempre por su capacidad organizativa e insistió en la necesidad de una férreo destacamento de vanguardia que encabezara al proletariado en sus luchas:

¿Créeis que se puede oponer solamente el entusiasmo a la fuerza de un enemigo organizado, hábil y con un feroz aparato de represión? No camaradas... No basta con el entusiasmo y la voluntad; es necesario organizar, organizar siempre, y que las fuerzas organizadas marchen siempre en filas compactas hacia la consecución del objetivo propuesto. El genio de la revolución mundial, Lenin, dijo que la revolución no se hace, sino que se organiza. Y esto mismo os decimos nosotros.
En octubre de 1934, el PCE tuvo una destacada participación en el movimiento revolucionario de Asturias, tras la que el gobierno desató una fuerte represión que llevó a numerosos camaradas a la cárcel. A pesar de no haber convocado el levantamiento, José Díaz asumió en nombre del Partido toda la responsabilidad:

Los comunistas han llamado a la lucha y a la insurrección a las masas, se han puesto a la cabeza y han luchado contra las fuerzas represivas de la reacción y del fascismo con las armas en la mano. El Partido Comunista está pues identificado con el movimiento insurreccional y asume su plena responsabilidad política.
En julio-agosto de 1935 se celebra el VII Congreso de la Internacional Comunista en el que Jorge Dimitrov presentó el Informe central y se aprobó la política de alianzas de la clase obrera con todos los sectores y partidos populares y democráticos susceptibles de unirse en un frente antifascista.

La delegación española en el Congreso estuvo presidida por José Díaz y Dolores Ibarruri.

Poco después, en un discurso pronunciado en Madrid, el 3 de noviembre de 1935, José Díaz dijo:

El VII Congreso de la Internacional Comunista ha analizado los cambios que se han operado en la situación internacional... y ha decidido que a una nueva situación corresponde una nueva táctica [...] La Internacional Comunista [...] dice a los trabajadores que hoy el enemigo inmediato al que hay que vencer, al que hay que aniquilar, es el fascismo.
Meses después, el 15 de enero de 1936 se firma en España el pacto del Frente Popular los partidos Izquierda Republicana, Unión Republicana, PSOE, UGT, Juventudes Socialistas, PCE, Partido Sindicalista y POUM.
Como se indica en el primer párrafo, el pacto se realiza entre las citadas fuerzas, sin perjuicio de dejar a salvo los postulados de sus doctrinas. Se trata de un plan politico común y norma de gobierno que habrán de desarrollar los partidos republicanos de izquierda, con el apoyo de las fuerzas obreras en el caso de victoria.

Un mes después, el 16 de febrero, se celebran elecciones y el Frente Popular consigue un histórico triunfo. En las listas del Frente, el PCE obtuvo 17 diputados y José Díaz fue elegido diputado por Madrid.

Entonces los comunistas se dirigieron aún con más intensidad a todos los antifascistas, sin distinción de ideologías, para fortalecer la unidad contra el enemigo común:

Obreros socialistas y anarquistas, antifascistas todos: os saludo cordial y fervorosamente en nombre del Partido Comunista. Permitid que comience por advertiros que cuando se viene a un acto de esta naturaleza, cuando tan crítica y preñada de peligros está la situación, no debéis mirar solamente si las frases son más o menos bellas, si la oratoria es o no brillante. Camaradas que habéis venido a este acto, escuchad la doctrina, oid la forma en que el Partido Comunista deduce las enseñanzas del pasado y os expone la situación presente. Estas enseñanzas os serán útiles para desarrollar la lucha de masas, que tanta falta está haciendo en estos momentos.
En su condición de Secretario General del Partido Comunista de España, José Díaz se convirtió en uno de los principales artífices de la victoria del Frente Popular en febrero de 1936 y un dirigente querido y respetado por todos los antifascistas.
Desempeñó asimismo un decisivo papel en la movilización y organización de las fuerzas populares y de las milicias armadas contra el levantamiento fascista del 18 de julio de 1936.

En la guerra civil el papel político y militar del Partido Comunista fue decisivo. Su número de militantes pasó de 12.000 en 1932 a cerca de 300.000, de los que, según los datos presentados por José Díaz, 131.600 estaban en los frentes de batalla. El PCE se convirtió en un verdadero Partido Comunista, vanguardia de la lucha armada contra el fascismo y ejemplo heroico para todo el pueblo.

Durante los tres años de lucha contra el fascismo José Díaz defendió la unidad de la clase obrera y de las fuerzas populares de la ciudad y del campo y fue un incansable organizador de la lucha (política y armada) contra el fascismo y sus cómplices.

Entre los escritos de guerra de José Díaz destacan los informes presentados a los Plenos del Comité Central del 5 al 8 de marzo de 1937 y del 13 al 16 de noviembre del mismo año, ambos celebrados en Valencia. En este último, por ejemplo, escribió a propósito de la unidad con los anarquistas y el heroico papel de la CNT en la guerra:

Desde el principio de la guerra hasta hoy, se ha producido en nuestro país un acontecimiento político que tiene una gran importancia. Me refiero a la evolución del anarquismo español. Antes de la guerra, los camaradas anarquistas tenían una posición intransigentemente antigubernamental. Durante la guerra, esta posición se ha modificado sustancialmente, por las enseñanzas mismas de los hechos; los camaradas anarquistas han llegado a colaborar como ministros en un Gobierno del Frente Popular [...]
Los anarquistas forman hoy parte del Ejército regular, se subordinan a los mandos y a las organizaciones militares; reconocen la necesidad del mando único; muchas organizaciones de la CNT han expresado su deseo de que la industria sea nacionalizada y de que el Gobierno asuma la dirección de la industria de guerra [...]

Representa la incorporación de las masas de la CNT al bloque político de lucha contra el fascismo, al conjunto de fuerzas que ha de consolidar y desarrollar la revolución popular [...]

Nuestra línea continuará siendo la de colaboración más estrecha con los anarquistas, en el Ejército y en las organizaciones económicas.

También son muy importantes por su agudo y excelente análisis de la sociedad española de aquella época, el discurso pronunciado en el Salón María Guerrero de Madrid el 9 de febrero de 1936, con el título de La España revolucionaria, así como la conferencia pronunciada en Barcelona desde la tribuna de la Unión Iberoamericana el 29 de noviembre de 1938, con el titulo Lo que España enseña a Europa y a América.
Pese a su decisiva participación en la victoria del Frente Popular y en la denuncia y desenmascaramiento de las fuerzas de derecha que conspiraban para implantar el faschmo en nuestro pals, pese al destacado papel que desempeñó a lo largo de toda la guerra, los discursos y escritos políticos de José Díaz son completamente ignorados.

En el segundo de los Plenos citados se analiza, entre otros temas las causas y consecuencias de la pérdida del Norte a manos de las tropas franquistas en el verano de 1937 y en él figura la crítica a Astigarrabia, secretario del Partido Comunista de Euskadi, que se había dejado arrastrar hacia posiciones de subordinación a los nacionalistas vascos del PNV.

Al Pleno del Comité Central de mayo de 1938 ya no pudo asistir debido a su estado de salud, que se agravaba con celeridad.

A principios de enero de 1939 se trasladó a la Unión Soviética, donde fue operado y donde permanecerá ya hasta su muerte.

En la URSS y durante cierto tiempo continuó su labor como Secretario General del PCE y como miembro del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, responsable de los partidos de España, Sudamérica e India.

Escribió un importante trabajo de análisis áutocrítico con el título de Las enseñanzas de Stalin, guía luminoso para los comunistas españoles. En este trabajo, publicado en abril de 1940, José Díaz analiza la situación concreta en que se desarrolló la lucha de nuestro pueblo contra las fuerzas fascistas internas y extranjeras, así como la táctica de los comunistas durante la guerra.

Juzgando de manera autocrítica la política del Partido Comunista durante la guerra, particularmente en sus últimos días, José Díaz afirma que si bien el Partido Comunista siguió una línea justa durante la guerra, aunque también cometió errores, el error principal de nuestro Partido fue que frente a la amenaza de rebelión contrarrevolucionaria en Madrid -el traidor golpe de la Junta de Casado- que entregó Madrid a las fuerzas franquistas (5 de marzo de 1939), no la dio a conocer a las masas, y no actuó tan enérgica y resueltamente, cuando la rebelión ya estaba en marcha, tal como la situación difícil lo requería.

Tuvo que ser intervenido quirúrgicamente dos veces más ya partir de junio de 1941 hubo de retirarse de la actividad política y permaneció primero en Pushkin y luego en Tiflis, capital de Georgia, en compañía de su familia. Murió en esta última ciudad el 21 de marzo de 1942.

Aquel glorioso PCE que fue dirigido por José Díaz, nada tiene que ver con el actual, totalmente degenerado y en manos de una camarilla revisionista que usurpa sus siglas. Por el contrario, somos nosotros, el PCE(r), quien ha tomado el relevo y sigue la tradición gloriosa de quienes lo dieron todo en la guerra contra el fascismo.

Hoy en día descansa por fin en su tierra, en el cementario de san Fernando.SEVILLA

Fidel Castro


(Mayarí, 1926) Revolucionario y estadista cubano. Procedente de una familia de hacendados gallegos, Fidel Castro estudió Derecho en la Universidad de La Habana, en la cual se doctoró en 1950.

Su ideología izquierdista le llevó a participar en actividades revolucionarias desde muy joven, como la sublevación contra la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en Santo Domingo (1947). Desde 1949 militó en el Partido del Pueblo Cubano.

Exiliado en México, en 1952 inició su actividad revolucionaria contra la dictadura del general Batista, que había entregado al país en manos de los intereses norteamericanos. Su primer intento fue el asalto al Cuartel de Moncada en Santiago de Cuba, que se saldó con un fracaso (1953); fracaso militar, pues el cuartel no fue tomado ni provocó la esperada insurrección popular, pero no fracaso político, puesto que aquel acto dio una gran popularidad a sus protagonistas, acrecentada durante el juicio subsiguiente, en el que Castro se defendió a sí mismo y aprovechó para pronunciar un extenso alegato político («La Historia me absolverá»).

Fidel Castro fue condenado a 15 años de prisión, de los que sólo cumplió dos -en la isla de Pinos- merced a un indulto que le puso en libertad en 1955. Se exilió entonces a México, desde donde preparó un segundo intento; pero, habiendo aprendido que su lucha tendría pocas posibilidades de triunfar en un medio urbano, esta vez apostó por crear una guerrilla rural, en la zona más apartada y montañosa del país: la Sierra Maestra, en el Oriente de Cuba.

Desembarcó allí a finales de 1956 con un contingente de sólo 80 hombres (el «Grupo 26 de julio») a bordo del yate Gramma. Dos años después, sus bases en la Sierra eran lo suficientemente sólidas y sus efectivos lo bastante nutridos como para llevar a cabo con éxito la ocupación de Santiago (1958). Desde allí Fidel Castro lanzó la ofensiva final que recorrió la isla de este a oeste, hasta entrar en La Habana en 1959, secundado por sus colaboradores Ernesto Guevara (el Che), Camilo Cienfuegos y su hermano Raúl Castro.
Al inicial apoyo del campesinado pobre había seguido el fin de las reticencias del Partido Comunista, que abrió la posibilidad de encontrar apoyo en las ciudades; la dictadura, minada por la corrupción fue incapaz de hacer frente al movimiento popular. El triunfo militar puso a Castro al frente del gobierno cubano, acumulando los cargos de primer ministro y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas.

Sin pérdida de tiempo empezó a hacer realidad los proyectos de cambio que habían suministrado una base social a la Revolución: el más importante de todos, la reforma agraria, que expropiaba las grandes haciendas extranjeras para dar medios de vida a los campesinos pobres (1959); y, enseguida, la nacionalización de los bienes de compañías norteamericanas en Cuba (1960).

Ese indudable contenido nacionalista que tuvo en un principio la Revolución cubana (contra el dominio semicolonial que ejercía Estados Unidos) se transformó dos años después por la dinámica de enfrentamiento con el gobierno norteamericano. Mientras Castro llamaba a una revolución general contra el imperialismo en Latinoamérica (Primera declaración de La Habana), el presidente Eisenhower rompía las relaciones diplomáticas con Cuba y decretaba un embargo comercial destinado a ahogar la economía cubana y forzar la retirada de Castro, ya que Cuba dependía casi totalmente de sus exportaciones a Estados Unidos, fundamentalmente de azúcar (1961). Al sucederle Kennedy no aflojó la presión, sino que se agudizó con la organización de un desembarco de exiliados cubanos armados en la bahía de Cochinos, que fue repelido por el ejército revolucionario (1961).


Fidel Castro

Después de aquello, Fidel Castro proclamó el carácter marxista-leninista de la Revolución cubana y alineó a su régimen con la política exterior de la Unión Soviética (Segunda declaración de La Habana, 1962); al mismo tiempo eliminó del gobierno a los políticos liberales con los que se había aliado al llegar al poder, y unificó a los grupos políticos que apoyaban la Revolución en un único Partido Unido de la Revolución Socialista.

En 1962 permitió que los soviéticos instalaran en suelo cubano rampas de lanzamiento de misiles con las que podían alcanzarse objetivos en Estados Unidos; descubiertas por el espionaje americano, Kennedy reaccionó con un bloqueo naval a Cuba y la exigencia de retirada de las instalaciones: la consiguiente «crisis de los misiles» estuvo a punto de hacer estallar una guerra nuclear entre las dos superpotencias, que se evitó a última hora al retirar Jruschov los misiles soviéticos a cambio de la promesa de que no habría nuevos intentos de invadir Cuba.

En 1965 el partido cambió su denominación por la de Partido Comunista de Cuba, del cual fue elegido secretario general el propio Castro; en 1976 acumuló el título de presidente del Consejo de Estado. La presión norteamericana le había convertido en un dictador comunista más, el primero en el hemisferio americano.

Bajo la dirección de Fidel Castro, Cuba ha obtenido importantes logros sociales, especialmente visibles en educación y sanidad, materias en las que llegó a constituir un modelo para los países subdesarrollados; pero el coste político y cultural ha sido enorme, pues ha exigido un ejercicio dictatorial del poder, con desprecio de las libertades individuales y del pluralismo, bajo la vigilancia continua de un Estado policial. Ha desarrollado una política exterior muy activa, basada en la lucha contra el imperialismo, destacando el protagonismo del propio Fidel Castro en el Movimiento de Países No Alineados (cuya conferencia presidió en 1980) y la intervención militar cubana en África (en apoyo de los regímenes socialistas de Angola y Etiopía).

La economía planificada de inspiración soviética dio algunos frutos iniciales, racionalizando las inversiones hacia objetivos de interés colectivo y facilitando una mejor distribución de la riqueza; pero, al igual que había ocurrido en la propia Unión Soviética, anuló los incentivos y las iniciativas, aisló al país de las corrientes inversoras internacionales y, finalmente, condujo a un grave estancamiento. Cuando las dificultades económicas de la URSS impidieron que siguiera subvencionando a la retrasada economía cubana, ésta se hundió en una crisis sin precedentes.

No obstante, Castro rehusó introducir reformas en un sentido liberalizador, al estilo de la perestroika que auspiciaba Gorbachov. Salvó así su régimen del hundimiento del resto de los regímenes prosoviéticos y de la propia URSS a finales de los años ochenta y principios de los noventa; y entró en una fase agónica de duración imprevisible, en medio de la intensificación de las presiones norteamericanas.